La primera vez que vi las Cajas metafísicas, was at the Guggenheim Museum in New York, and I felt the space transforming into a place of reflection. The sculptures, with their austere geometry and finishes in materials like concrete and wood, seemed to float in the air, defying traditional notions of volume and form. Each one was an enigma, an open dialogue between the object and the viewer.
A medida que me acercaba, observé cómo las cajas se organizaban en diferentes alturas y orientaciones, creando un juego de sombras y luces que cambiaba con cada paso. La obra de Oteiza invita a la contemplación; no son solo esculturas, sino también espacios que nos instan a explorar nuestra propia percepción. Me encontraba en un laberinto de formas que cuestionaban la relación entre el arte y el espectador, entre lo tangible y lo intangible.
Lo que más me impactó fue la idea de que estas cajas no eran solo contenedores, sino también vacíos que proponían una nueva forma de entender el espacio. Oteiza, con su mirada innovadora, rompió con los límites establecidos en el arte. En cada caja, podía sentir su deseo de explorar lo metafísico, de capturar la esencia de la existencia y de plantear preguntas sobre lo que nos rodea. A través de estas formas sencillas, me estaba invitando a reflexionar sobre la realidad, la ausencia y la presencia.
Mientras caminaba entre las cajas, recordé que Oteiza fue un precursor en la escultura contemporánea. Su trabajo está impregnado de una búsqueda constante por la verdad y la autenticidad. Al observar Cajas metafísicas,me di cuenta de que estaba ante una obra que trasciende el tiempo, una invitación a explorar no solo el espacio físico, sino también nuestro propio interior.
Con el paso del tiempo, las cajas parecían cobrar vida. La forma en que estaban dispuestas generaba un diálogo entre ellas, como si conversaran en un lenguaje visual que solo podía comprenderse a través de la contemplación. Sentí que cada caja me estaba diciendo algo diferente, sugiriendo caminos alternativos de interpretación, lo que me llevó a reflexionar sobre mi propia existencia.
Finalmente, al salir de la sala, comprendí que las Cajas metafísicas, son un testimonio del poder del arte para provocar introspección. Jorge Oteiza, con su visión única, no solo creó esculturas, sino que nos ofreció un espacio de meditación y exploración personal. Me quedé con la sensación de que, al igual que esas cajas, cada uno de nosotros contiene un universo de posibilidades esperando ser descubierto.