por Juan Butten
Hace una semana, decidí hacer una llamada más a Strand Book Store. Durante un par de años, había estado buscando un libro en particular: "Brutal Beauty", la emblemática obra de Jean Dubuffet. Cuando la persona al otro lado de la línea me confirmó que finalmente había llegado, sentí un ligero escalofrío de emoción. Esa misma tarde, tomé el tren y fui a recogerlo. Allí estaba: la edición en tapa dura, con sus 268 páginas, un verdadero lujo en mis manos. La presentación, realizada por Eleanor Nairne, solo realzaba la experiencia.
Al abrir el libro, me sumergí en la esencia de la filosofía artística de Dubuffet y su aprecio por el arte marginal. No pude evitar recordar a mi amigo fallecido, Carlos Goico, y sus diablos. Dubuffet, un pintor y escultor francés, es conocido por su enfoque poco convencional hacia el arte, rechazando las normas establecidas en favor de una estética que celebra lo primitivo, lo crudo y lo auténtico. Su visión radical resuena profundamente en un mundo que a menudo se aferra a estándares de belleza pulidos y convencionales.
El término "brutal" en el título me llevó a reflexionar sobre el arte "brut" o "arte bruto". Dubuffet tenía una admiración especial por las creaciones de artistas no entrenados, a menudo marginados por la sociedad. Personas con discapacidades mentales o aquellos que viven en aislamiento social aportan una autenticidad que, a menudo, falta en las obras de artistas más convencionales. Para Dubuffet, el arte debería ser un reflejo directo de la experiencia humana, libre de las constricciones impuestas por el mundo del arte tradicional.
En el tren, a pesar de que iba muy lleno, conseguí sentarme y empecé a disfrutar de la impresión de sus páginas. Allí, pude ver cómo su trabajo abarcaba un espectro de emociones humanas, desde la alegría hasta la desesperación, expresadas a través de técnicas y materiales no convencionales. Era un estilo visual tanto visceral como poético, que desafiaba la noción de que el arte debe ser bello en el sentido tradicional.
Un tipo que se sentó justo a mi lado encendió un blunt, y esto no hizo más que darle un sentido más profundo a mi lectura. La obra de Dubuffet surge en un contexto cultural y social marcado por cambios significativos. Mientras pasaba las páginas, veía cómo el humo se enredaba entre ellas. En la posguerra, el arte occidental comenzó a cuestionar las formas de expresión artística establecidas, impulsado por movimientos como el surrealismo y el dadaísmo. "Brutal Beauty" se presenta, entonces, como una respuesta a la desilusión de su época. Dubuffet, al rechazar las nociones de belleza ideal, se alinea con un espíritu de rebelión que caracteriza gran parte del arte contemporáneo. Su interés por el arte de los marginales resonaba con las preocupaciones sociales de su tiempo, proponiendo una revalorización de las voces silenciadas.
Mientras avanzaba en la lectura, el tren se detuvo y comenzó una discusión entre un chino y el latino que se sentó a mi lado. A mí me dio igual; seguí inmerso en el libro. El fumador se desmontó en 59th Street–Columbus Circle station y continué atento a mi lectura, donde comprendí que "Brutal Beauty" no solo era un manifiesto estético, sino también un llamado a la inclusión y a la apreciación de diversas formas de creatividad. A pesar de la conversación ajena, pensé en voz alta sobre la influencia de Dubuffet en el arte contemporáneo, que es innegable. Su enfoque hacia el arte bruto ha inspirado a muchos artistas que buscan explorar la autenticidad en sus trabajos. Movimientos como el neoexpresionismo y el arte outsider lo reconocen como un precursor que celebra la diversidad en la creación artística.
Siete paradas después, llegué a mi destino y cerré el libro. Al salir de la estación, reflexioné sobre lo que había leído. Sentí que "Brutal Beauty" es fundamental para discutir la relación entre el arte y la locura. Llegué a casa y seguí hojeando el libro, entendiendo que Dubuffet demostró que el sufrimiento humano puede dar lugar a formas de belleza que, aunque difíciles de aceptar, son igualmente válidas y significativas.
Días después, terminé de leerlo y lo revisité varias veces. Comprendí que "Brutal Beauty" es más que una colección de obras; es un manifiesto que desafía nuestras percepciones sobre el arte y la belleza. A través de su celebración de lo crudo y lo auténtico, Dubuffet nos invita a reconsiderar lo que valoramos en la creación artística. Su legado perdura, recordándonos que la belleza puede encontrarse en los lugares más inesperados y que cada voz, sin importar su origen, merece ser escuchada. En un mundo que favorece lo pulido y convencional, "Brutal Beauty" nos desafía a mirar más allá y encontrar la belleza en lo brutalmente humano.